Colofón

 
E
N LA ACTUAL COYUNTURA de la humanidad, al concluir un milenio de historia e iniciarse otro, es evidente que cuanto acontece en el mundo es resultado de dos simultáneos y diferentes procesos. Un proceso de muerte, que abarca a todas las culturas del pasado y a las instituciones generadas por estas, y un proceso de nacimiento de una nueva Edad y Cultura, que apenas está iniciándose, pero que se manifiesta ya de múltiples maneras con fuerza incontrastable.
 
Forman parte y son consecuencia del proceso de muerte las crisis políticas y económicas, la contaminación, el creciente poder del narcotráfico y, en general, todas las manifestaciones de degradación y decadencia que contemplamos por doquier. A su vez, forman parte integrante del proceso de nacimiento todas aquellas personas, grupos o movimientos empeñados en recuperar el sentido sagrado de la existencia, tanto a través de la acción individual (ampliación de conciencia y búsqueda de la espiritualidad) como colectiva (creación de comunidades respetuosas de las leyes naturales y los ciclos cósmicos).
 
Ahora bien, dentro de esta búsqueda para encontrar los caminos que conduzcan a un retorno a lo sagrado, habrá que tomar en cuenta el ancestral anhelo humano de establecer puentes que permitan la comunicación entre quienes vivimos en esta dimensión material y quienes moran en más elevados planos, llámense ángeles y arcángeles, o espíritus de hombres y mujeres que alcanzaron en el pasado un importante desarrollo interno.
 
Esta función que realizan ciertas personas de fungir como lazos comunicantes entre dos diferentes realidades no es una misión fácil, ni está exenta de grandes riesgos y posibilidades de engaño, pero, a pesar de ello, reviste tan enorme importancia que a lo largo de la historia, y venciendo toda clase de dificultades, se ha dado en todas las grandes culturas y tradiciones. No dudamos que en un próximo futuro habrá de recobrar su enorme relevancia. Ojalá que la globalizada sociedad del mañana tenga la sabiduría y la sensatez necesarias para saber hacer un uso adecuado de ese valioso instrumento que representa el empleo de las facultades extrasensoriales.
 
El propósito central al escribir esta obra fue el de presentar un testimonio sobre la vida de un médium de nuestros tiempos. Estoy seguro de que para muchas personas todo lo aquí expuesto será visto como una pura y simple fantasía. En igual forma, es muy posible que aquellos que han tenido la oportunidad de constatar por sí mismos las facultades del señor Berroa tiendan a considerar que el libro no refleja suficientemente la índole excepcional de dichas facultades. En realidad, este testimonio no fue elaborado pensando en alguno de estos dos extremos. Para quienes no creen en la existencia de lo sobrenatural, ningún libro les hará cambiar de opinión. Para quienes han vivido la personal experiencia de establecer comunicación con el más allá, cualquier relato al respecto les parecerá siempre defectuoso e insulso.
 
Entre los dos opuestos mencionados existe una amplia gama de personas que, sin aceptar ciegamente lo que leen o escuchan, tampoco están cerradas a la posibilidad de que en la vida puedan darse toda clase de hechos extraordinarios y milagrosos, siendo uno de ellos el que los humanos podamos recibir ayuda y orientación de quienes nos precedieron en la existencia. Es, pues, para estas personas para las que fue elaborado el presente trabajo, ya que estoy seguro de que a todas ellas les animará el saber que, al parecer, existe actualmente en el mundo de los espíritus un generalizado criterio: el de que están por llegar tiempos mejores para toda la humanidad, una era de auténtico progreso, de mayor justicia y libertad y de un evidente predominio del espíritu.
 
En la medida de nuestras respectivas posibilidades, participemos al máximo de nuestro esfuerzo en cuanta tarea contribuya a la pronta creación de la nueva cultura planetaria.

 
 
 
Terminó de Digitalizarse el 29 de Julio del 2008, a las 6:40 p.m.
Por Angy Bahl.